HISTORIA
De las montañas a las viñas riojanas
A finales del siglo XIX, muchos pobladores de las montañas riojanas descendieron hasta el valle en busca de una vida mejor. Así fue como Catalina Martínez dejó su pequeño pueblo de la sierra y se estableció en Uruñuela, entre viñas, en el corazón de la Rioja Alta. Catalina conocía como nadie el oficio de carnicera, o cortadora como se llamaba entonces, y pronto su pequeño despacho de carne ganó fama y éxito.
Cuatro generaciones y un mismo espíritu
Catalina no tardó en comprar algún pequeño majuelo de viña. Con sus hijos, empezó a elaborar vino para consumo propio. Más adelante fueron ampliando el viñedo y la viticultura se convirtió en una actividad tan importante como la venta de carne. Así fue como, con esfuerzo y mucha ilusión, nació la bodega. A lo largo de cuatro generaciones, el apellido de la familia sumó el apodo ‘Corta’, referido al oficio originario. La visión de Catalina permanecía intacta en un espíritu luchador, que por encima de todo buscaba progresar y hacer las cosas bien hechas, fuera en lo que fuera.